Translate

lunes, 13 de abril de 2015

Un comienzo caluroso

Hay dos maneras de despertarse a las 4 de la mañana. La primera sucede cuando tienes que terminar un trabajo pendiente o estudiar un examen de esa misma mañana porque te daba pereza estudiarlo la tarde anterior; la segunda, cuando hay carreras o tienes un viaje ilusionante. En la primera dejas sonar la alarma durante minutos y minutos; en la segunda, te despiertas de un salto y vas rápidamente a desayunar. 

Pues bien, esta mañana he experimentado la segunda manera, porque hoy ha dado comienzo el viaje de estudios. Desayuno, últimos retoques a la maleta, y, controlando el tiempo, cogí el autobús después de las típicas despedidas con la familia. Durante el viaje en bus, aún por tierras catalanas, en mis oídos se fundían el sonido de la música con el del teclear del primer párrafo de este blog.

Y es que llevo 2 días con un empacho importante de ruedas. Ayer (desde las 8 de la mañana con la F1, pasando por las Superbikes y la bellísima París Roubaix, hasta algo más tarde de las 10 de la noche) disfruté de un increíble día de carreras, y el día de hoy ha estado marcado por la gran cantidad de kilómetros que he pasado sobre ruedas.

Hoy íbamos hasta Avignon, que pilla de camino a Suiza, y, el viaje se hizo muy muy largo. Tras dos paradas en Cataluña, una en un lugar inhóspito y la otra en la estación de servicio de L'Empordá, a las dos menos cuarto llegamos al destino.

Nos esperaba un sol radiante, muy molesto, que al principio (y sólo al principio) lo soportamos bien. Primero vimos el Puente de Avignon para, más tarde, irnos a una sombra de un parque a tomarnos unos bocadillos. Después de comer, teníamos una visita programada al Palacio Papal de Avignon; la construcción en sí era impresionante pero la visita fue un coñazo. En los exteriores, el sol te aplatanaba tremendamente, y, en los interiores, la voz del guía -que lo primero que dijo era que iba a hablar alto- no superaría los 30 dB más o menos (igual exagero jaja). Nos empezaron a contar la historia de los papas, y yo solo buscaba un sitio del palacio donde sentarme. Al fin se terminó la visita y, alrededor de las 6, cogimos el bus para ir a Orange -ciudad donde íbamos a pasar la noche, cerca de Avignon-.

Ya en Orange, dejamos las maletas en el hotel. Después fuimos a ver un poco lo que había en el pueblo; lo más (y único) destacable era un anfiteatro antiguo en ruinas. Es un pueblo extraño; hay más pizzerías que restaurantes normales y una furgoneta ambulante que vendía pizzas recién hechas baratas y top. 
Ahora partida de cartas en el hotel y a dormir pronto.  

Mañana nos toca levantarnos a las 6:30; iremos a Annecy, y por la tarde, llegaremos a Ginebra, donde está situado el albergue en el que dormiremos el resto de semana. Os mantendré informado.

Fotos:













No hay comentarios:

Publicar un comentario