LAS MONTAÑAS NO
ESTÁN PARA RENDIRSE, SINO PARA ESCALARLAS
Las montañas, incluso las más altas, incluso las más duras,
incluso las que parecen que menos te van a perdonar, no están para rendirte, no
están para tumbarte, sino que están para escalarlas y para hacerte más grande.
Hay una expresión antigua que dice “standing on the shoulder
of giants” (“subidos a hombros de gigantes”). Somos muy pequeñitos y las
pasamos muy putas, pero, a la que nos subimos a una montaña, a la que nos
subimos a hombros de gigantes, la perspectiva que nos da, no solo el llegar ahí
arriba, sino haberlo vencido nos hace mucho mucho más grandes y mucho más
invencibles.
Todas estas montañas (una montaña puede ser un Ironman, puede
ser perder un trabajo, una enfermedad, cualquier cosa), si estuvieran para
tumbarnos, no serían montañas; serían muros, serían paredes, de las que no
veríamos la parte superior, no veríamos el techo, así que, directamente, podríamos
rendirnos y decir “hasta aquí hemos llegado y tengo legitimidad para dejarlo”. Mientras
sean montañas, mientras haya peldaños, mientras podamos escalarlas, a veces
corriendo, a veces arrastrándonos por ellas como perros y tirando, tirando,
vamos, vamos, tira, tira, vamos, vamos, un paso más, un paso más, engañándonos,
buscando trucos, buscando excusas pero de las buenas para seguir adelante,
estas montañas están para hacernos más grandes, para hacernos crecer, y para
que, al final, seamos enanos subidos a hombros de gigantes.
Este relato es un resumen de mi transcripción al siguiente vídeo de Valentí Sanjuan:
No hay comentarios:
Publicar un comentario